Si estamos en red, nos sostenemos todos: crianza en red, para una crianza saludable y plena

Manos de abuelos tomando las manos del bebé.

Lo que necesitás saber:

  • Aprender a pedir ayuda en la crianza nos alivia y nos permite acompañar este proceso complejo de manera más consciente.
  • Saber identificar las necesidades que se nos presentan en la crianza y a quiénes pueden ayudarnos en cada situación es clave para que sea más dinámica.
  • No todos nos ayudan del mismo modo ni con la misma ayuda: es importantísimo identificar qué necesitamos y a quién.

Podría decirse que la crianza es la tarea más antigua que hemos desarrollado los seres humanos.

Criar a un niño o niña requiere de muchos recursos: emocionales, afectivos y materiales. Cuando alguno de ellos no está disponible, la tarea se vuelve más desafiante.

Por eso, aprender a pedir ayuda se vuelve fundamental para transitar la crianza con mayor apoyo y tranquilidad.

Crianza en Comunidad

En mis años de investigación en las comunidades Wichis del norte de la provincia de Salta, en Argentina, fue crucial observar la crianza en comunidad.

Cuando una mamá wichi tiene que ir al pueblo, el niño o niña siempre queda portado y contenido por otra mujer del clan familiar: puede ser una hermana mayor, una abuela, tía o cuñada. Lo importante es que alguien de confianza sostiene y cuida al bebé durante la ausencia de la madre, manteniendo el vínculo entre ambos.

Criar en comunidad, apoyándose en una red, no solo beneficia la salud de los mapadres y del niño o niña sino también fortalece la sensación de seguridad y el vínculo que los une.

¿Por qué es tan difícil criar?

Criar está lleno de emociones positivas y negativas. Aparece la satisfacción, pero también la frustración, porque se trata de una tarea compleja y demandante.

A veces pareciera que es necesario hacer malabares en el aire para cumplir las expectativas propias y ajenas, tratando de que lo que hacemos sea efectivo y beneficioso para el desarrollo de nuestros hijos.

Para no perder el equilibrio en el intento, es importante que contemos con una red de contención que nos sostenga en lo arduo de la crianza, para poder apoyarnos en las personas adecuadas que nos brinden los recursos para mantener el justo y tan difícil equilibrio entre lo físico, lo mental, lo afectivo y lo emocional.

Criar a los hijos e hijas es una tarea llena de momentos satisfactorios y, al mismo tiempo, compleja y demandante.

En este camino, es común que mapadres y cuidadores se sientan sobrecargados, no solo por las demandas diarias de la crianza, sino también por el entorno: escuela, familia, amistades, actividades, etc.

Para no perder el equilibrio, es clave contar con una red de apoyo que sostenga y acompañe. Personas que brinden los recursos necesarios para cuidar de manera integral: lo físico, lo mental, lo afectivo y lo emocional. Así, se puede transitar la crianza con mayor bienestar y sin dejar de disfrutar de sus momentos más valiosos.

¿Cómo hacemos entonces?

Siempre digo que hay dos conquistas que llevamos adelante las personas: aprender a pedir perdón y aprender a pedir ayuda.

Es importantísimo aprender a pedir ayuda. No podemos solos con todo, no sabemos todo, no entendemos todo lo que nos pasa y en muchas de todas nuestras situaciones cotidianas, nos encontramos con limitaciones y es válido aprender a decirnos a nosotros mismos “no puedo, no entiendo, no sé”.

Y aquí, contar con el recurso de pedir ayuda es salvador.

En esos momentos, pedir ayuda puede ser un verdadero salvavidas.

Para lograrlo, es importante construir nuestra propia red de apoyo:

  • Saber con quiénes contamos.
  • Anticipar que podemos necesitarlos y conversar con ellos para que estén disponibles.
  • Entender que cada persona aporta algo distinto: hay quienes saben contener emocionalmente; quienes resuelven problemas prácticos; quienes se encargan de hacer una compra; quienes conectan de forma especial con un niño o una niña; y quienes simplemente saben estar, acompañando en silencio, sin pedir palabras ni explicaciones.

Es clave construir una red con personas que puedan acompañarnos de distintas maneras: desde un consejo, una mano extra o simplemente una escucha atenta. Esa red nos ayuda a pedir lo que necesitamos, cuando lo necesitamos.

En la crianza surgen las culpas por lo que hacemos bien o lo que hacemos mal. A veces, por querer retomar actividades que nos dan placer y que nos costó años conquistar. Como mapadres, a veces sentimos que eso es egoísta, pero no lo es. Cuidar nuestros espacios es también cuidar a quienes más queremos.

¿Qué mejor enseñanza podemos dejarles a nuestros hijos e hijas que mostrarles cómo vivir en coherencia con nuestros deseos, amándolos profundamente mientras buscamos lo que nos hace sentir plenos?

Sin dudas, un niño o niña que crece viendo a sus mapadres felices, disfrutando de lo que hacen, pidiendo ayuda y contando con otros, aprenderá a hacer lo mismo. Entre otras cosas, aprenderá a abrirse al mundo, a confiar, a disfrutar de lo que la vida ofrece, sabiendo que hay adultos que lo cuidan y una red que lo sostiene con amor y confianza.

Cortito y al Pie:

  • La crianza saludable entiende de la necesidad de comunidad y de red.
  • Contar con una red de apoyo no solo nos alivia, también nos ayuda a tomar mejores decisiones en un proceso que puede ser tan hermoso como desafiante.
  • Saber identificar las necesidades que se nos presentan en la crianza, y a las personas indicadas para ayudarnos según sea el caso, es fundamental para hacer más dinámico el proceso de crianza.
  • No todas las personas ayudan de la misma manera ni con lo mismo, por eso es importantísimo identificar qué necesitamos y a quién.
  • Aceptar que la crianza no es perfecta y que a veces no vamos a poder con todo, nos abre la puerta a recibir apoyo y a sentirnos acompañados.
  • Y algo fundamental: criar no debería significar dejar de lado lo que nos gusta o nos hace sentir plenos. Cuando nuestros hijos e hijas nos ven cuidar también de nuestros deseos y bienestar, aprenden la importancia de buscar la felicidad.

No nos olvidemos que buscar apoyo no es solo para resolver o mejorar lo que no está funcionando del todo bien. También es, sobre todo, para prevenir y potenciar el desarrollo de nuestros hijos e hijas, y el bienestar de toda la familia.

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