Estando atentos/as a necesidades concretas: compras, mandados, trámites, etc.
Otorgando a la figura parental, la posibilidad de contar con distintas personas de forma incondicional, sin días ni horarios, ante cualquier necesidad emergente.
Escuchando y sosteniendo emocionalmente a la figura parental, en la difícil, ardua y ambivalente función de crianza.
Cuidando al niño o la niña en distintos momentos, para que la figura parental encuentre espacios para actividades personales de descanso y de placer.
Otorgar al niño o la niña figuras en las cuales pueda adjudicar funciones parentales de nutrición, y de regulación y corte, de modo tal que sean funciones dinámicas que no recaigan sólo en la única figura parental.
En los otros tipos de familia, tanto homoparental como heteroparental, se trata de dos personas que llevan adelante la crianza con las diversas funciones parentales ejercidas por uno u otro miembro de la pareja parental. En el caso de la familia monoparental, dichas funciones recaen sobre una sola figura que por momentos tiene que ejercer la función nutricia y por momentos la función de regulación y corte.
Por este motivo, se vuelve indispensable el papel de la red familiar y social de apoyo, para que esas funciones puedan ser ejercidas por otras figuras según sea el caso y la necesidad. De este modo, el entorno también participará de la estructuración subjetiva del niño o la niña acompañando el proceso parental desde las diversas funciones.
La crianza es una tarea cargada de múltiples emociones ambivalentes que se regulan en el compañerismo de la pareja parental. En el caso de la familia monoparental, es importante que el entorno pueda acompañar dichas emociones y las ambivalencias, para que la figura parental pueda desplegar todo lo que le acontece no sólo en relación a los miedos propios de la crianza, sino también al cansancio y a los estados emocionales de alegría, soledad o incertidumbre que se presentan al momento de sostener y acompañar a un/a hijo/a y sus diversas demandas.
Por otro lado, es importante aprender a pedir ayuda. El entorno que rodea a la familia monoparental siempre estará dispuesto a ayudar y a acompañar. Para ello, la figura parental tiene que transmitir sus necesidades y el entorno, responder en función de ellas.
No nos olvidemos que toda la carga y todo el peso de la educación recae, en una única persona y esa persona, muchas veces puede presentar un alto nivel de ansiedad y estrés por no contar con nadie a quien delegar en lo cotidiano, diversas tareas de crianza.
Además, también es importante que los niños y las niñas se relacionen con otros/as niños/as que puedan estar en su misma situación, además de compartir con niños/as pertenecientes a otro tipo de configuraciones familiares. Esto requiere, trabajar con los/as niños/as y naturalizar la diversidad de conformaciones familiares, no sólo por las preguntas acerca de la propia familia, sino también por las preguntas sobre las familias de sus amigos.
La monoparentalidad es un acto valiente, de profundo amor, porque es una misma persona quien decide llevar adelante, la tarea de acompañar el desarrollo, la crianza y la vida de otro que depende completa y absolutamente de ella.
Acompañar la monoparentalidad, es poder entender la necesidad que presenta una sola figura parental que lleva adelante la difícil tarea de crianza, con todas las emociones y ambivalencias que dicha tarea suscita.
El entorno facilitador, será fundamental para la figura parental que está sola, mostrándose disponible y accesible al momento de contener y sostener a esta familia. De este modo, el proceso de crianza y estructuración subjetiva de ese hijo o esa hija, será acompañado, otorgándole al niño o la niña, la posibilidad de sentirse sostenido/a, no sólo por la figura parental, sino también por el entorno que se volverá un espacio propiciador de oportunidades para un desarrollo saludable y adecuado.