El destete es una etapa más dentro de la lactancia materna. Es el proceso a través del cual mamá y bebé dejan de compartir una manera única, especial y significativa de vincularse. Es la transición de la lactancia materna a una forma diferente de alimentarse. Este proceso puede generar muchas dudas y emociones tanto en la madre como en su el bebé. Por ello, es fundamental abordar este momento con acompañamiento profesional respetuoso, amoroso y esto, requiere de mucha sensibilidad y conocimiento adecuado.
Como puericultora, considero importante conversar con la mujer que acompaño sobre cuál es el motivo que la lleva a tomar la decisión de destetar a su bebé. Muchas veces la respuesta es por algún consejo, o se ve influenciada por su entorno. Más allá que se trate de la familia o amigos/as, siempre esta sugerencia u opinión tiene argumentación real, sólida y quizás no contempla el deseo o necesidad de la madre y su bebé.
Las mujeres relatan recibir comentarios comunes como:
“Tu leche ya no lo alimenta, es pura agua”.
“Ya tiene dientes, te va a morder”.
“Es muy grande para que siga tomando teta”.
“Si le seguís ofreciendo teta no aceptará otros alimentos”.
Entonces es importante que el destete sea una decisión que no esté influenciada por nadie, que sea una iniciativa de la mujer. Además, es importante que pueda contar con la ayuda profesional para poder llevarla a cabo. Una vez tomada la decisión, es conveniente ir hacia adelante y no retroceder para no generar un doble mensaje tanto para el o la bebé, como para la fisiología del cuerpo. Cuanto menos se ofrece, comienza a actuar el FIL (factor inhibidor de la lactancia) y así el cuerpo entiende que tiene que ir produciendo menos y de esta manera evitamos que se produzca una congestión mamaria. En caso de tener una producción muy excesiva, existe una manera medicamentosa de inhibir la producción. Esta opción siempre debe ser consultada e indicada por un/a médico/a.